Sr. Palau:
¿Me puede explicar si la tentación es pecado?
Respuesta:
En primer lugar, la tentación no es pecado. Hay una gran diferencia entre tentación y pecado. Tentación es aquel primer atractivo, aquel primer interés en algo que no está bien. De repente nos llama la atención o llega la ocasión en que nos confrontamos con algo que no está bien. Eso es tentación. ¿Qué es el pecado, pues? Pecado es sucumbir ante la tentación. Si yo soy tentado, y con el poder de Cristo resisto la tentación, entonces no pequé. Pero si soy tentado porque me gusta y quiero, y no aplico el poder de Cristo y sucumbo ante la tentación, eso sí es pecado.
Pero hablemos de la tentación. La tentación nunca es pecado, pero sí ceder ante la tentación, ya sea primero en la mente o luego en el acto. Hay personas que dicen “tentación” cuando quieren decir “pecado”. ¿Por qué hay confusión entre tentación y pecado? Muchas personas piensan que si somos tentados pero no cometemos el acto mismo que nos tienta, por cobardía, por conveniencia social, por falta de tiempo, por falta de dinero o por lo que sea, no pecamos. Al contrario, si en nuestra mente y en nuestro corazón deseamos tanto aquel asunto que nos tentaba, en verdad para nosotros ya es pecado, aun cuando no lo hayamos hecho por cobardía, o por lo que fuere. Jesucristo dice sobre la tentación sexual: “El que mira a una persona del sexo opuesto para codiciarla, ya adulteró con esa persona en su corazón” (San Mateo capítulo 5). Es decir, si codicio a una persona del sexo opuesto, y no me atrevo a cometer el acto de inmoralidad pero en mi alma lo pienso, lo analizo y juego con ese pensamiento, entonces para mí ya es pecado.
Por otro lado, la tentación puede vencerse gloriosamente. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”; así dice Filipenses capítulo 4 en la Biblia, y en Ia. Corintios capítulo 10 dice: “No les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana, pero fiel es Dios que no los dejará ser tentados más de lo que pueden resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que puedan soportar”. Siempre que tengamos una tentación, habrá una salida. Paralelamente, Dios no nos permite ser tentados más de lo que podemos soportar. Con Cristo en el corazón, tenemos todo el poder necesario para vencer la tentación, y Dios siempre nos da una salida. Qué aliento, ¿no es cierto?
Luis Palau