por Beatriz E. de Zapata

Cada día me convenzo más de la necesidad de que la consejería prematrimonial sea parte integral de los ministerios específicos de la iglesia. Durante siglos hemos tenido una proclamación agresiva y muy evangelística. Al menos en el país donde vivimos, la centenaria iglesia cristiana evangélica ha tenido una presencia muy significativa en la vida de la nación a todo nivel.
Pero aun así, nuestros hogares sufren de una marcada anemia a nivel de relaciones personales, formación espiritual y dedicación comprometida de la familia entera al servicio del Señor. De allí nuestro deseo de ayudar a pastores y líderes a desarrollar una temática de consejería prematrimonial que sea bíblica, sencilla y funcional.
Es necesario y aun indispensable que el pastor y las autoridades de la iglesia estén convencidos de la necesidad de que la primera característica de la consejería en su iglesia sea consejería bíblica. Hay varias razones para esto:

1. La Biblia es el fundamento de nuestra consejería.
¿Cómo podemos pedir hogares genuinamente cristianos si la unión de la pareja no está basada en los principios, ordenanzas y preceptos bíblicos? ¿En qué basamos nuestros argumentos y enseñanzas para la pareja? ¿En experiencias personales? ¿En situaciones observadas en la congregación? ¿En consejeros y orientaciones no bíblicos? Para los cristianos, el único fundamento valedero es el basado en la Palabra de Dios.

2. Toda consejería y enseñanza que no tiene base divina, es vulnerable y superficial.
El pastor debe cuidarse mucho de no aconsejar basándose en su experiencia en el pastorado. No vamos a restarle valor a los años pasados en esa noble misión. El pastorado es una de las vocaciones más sublimes, delicadas y honrosa que cualquier hombre pueda tener. Un pastor es un siervo escogido por Dios, apartado y digno. Los años pasados en el pastorado y en el estudio de la Palabra, sin duda le han enseñado mucho, además de haber experimentado diferentes situaciones que le han dado madurez y credenciales indiscutibles para ser un buen consejero.
Pero la consejería prematrimonial no debe basarse sólo en «experiencias» recibidas sino en ordenanzas divinas. Cada experiencia debe tener base bíblica, la cual la pareja ha de tomar como la voz de Dios pues está basada en su Palabra inerrante.
El resultado será que la pareja aconsejada no podrá refutar lo que el pastor le está aconsejando, ya que no es su opinión personal sino lo que dice Dios en su palabra… y nadie va a polemizar con Dios.
En mi carrera como consejera me he encontrado con parejas que han solicitado mis servicios para recibir alguna orientación matrimonial. Al principiar las diferentes sesiones les hago una pregunta crucial: ?¿Por qué te casas con ella (o con él)?
¡Me he encontrado con cada respuesta!
?Dice mi papá que él es justo para mí.
?Mamá dice que ella tiene dinero y me puede sostener económicamente en mi carrera.
Una respuesta que cada vez es más frecuente: ?El pastor y los ancianos nos llamaron y nos dijeron que debemos casarnos.
O bien: ?Hubo una profecía de una hermana en la iglesia y dice que debemos casarnos.
Considero estas situaciones sumamente peligrosas. En primer lugar, la base de ese nuevo hogar no será la guía de Dios en las páginas de la Biblia sino la opinión de «conveniencia» de otras personas. Además, considero que ello atenta contra el deseo de Dios de orientar a sus hijos, a cada uno en lo personal, sobre las decisiones más importantes en sus vidas. Por otra parte, desbarata las promesas de la Escritura acerca de lo que Dios mismo dice: «Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos» (Salmo 32:8). Las sesiones de consejería deben estar saturadas con la enseñanza de la Palabra para cada área del matrimonio. Al terminar cada sesión, la pareja debe salir considerando seriamente la opinión de Dios en los detalles de su matrimonio.

3. La consejería bíblica prematrimonial nunca va a contradecir la inspiración e inerrancia de las Escrituras ni la eficacia de la obra de la cruz.
La pareja que se acerca al consejero pastoral buscando orientación para la formación de un nuevo hogar, debe entender que ambos ?hombre y mujer? individualmente reconocen la necesidad del nuevo nacimiento, de su desarrollo y madurez en todas las áreas y su posición en Cristo, el Hijo de Dios.
Al partir de esa base, el consejero puede aplicar una consejería verdaderamente bíblica pues está aconsejando a dos hijos de Dios, nacidos «no de simiente corruptible, sino incorruptible, por la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre» (1 P. 1:23).

4. Una consejería prematrimonial auténticamente bíblica tendrá respuestas para todos los interrogantes de la pareja.
Si como consejeros y pastores en toda nuestra enseñanza estamos seguros de que la Biblia es la verdad de Cristo, debemos ayudar a la pareja a encontrar la verdad de sus interrogantes en las páginas sagradas.
Es peligroso tratar de acomodar nuestro poco o mucho entrenamiento en psicología o consejería pastoral a la Biblia. Debe ser todo lo contrario: Todo lo que hemos logrado en aprendizaje, todo lo leído, oído o estudiado debe ser filtrado a través de la Escritura. La Biblia es la autoridad. No lo es ningún libro, ni ningún escritor. Todo consejero pastoral debe cuidar que lo que aconseja y enseña en sus sesiones de orientación haya sido filtrado y cernido a través de las Sagradas Escrituras.
Tomemos por ejemplo la relación de la pareja con la familia extendida de cada uno: padres, hermanos, primos, abuelos, etc. En una familia latinoamericana es vital el papel que la familia tiene en la vida de cada cónyuge. El consejero llevará a la pareja cristiana a analizar a fondo cómo desean ellos manejar esa relación, pero a la vez los llevará al texto bíblico para recibir las órdenes que Dios dejó para nuestras relaciones interpersonales: 1 Pedro 3:8 17Efesios 4:25 32Colosenses 3:12 17, etc.
Los consejeros debemos estar convencidos de que Dios tiene las respuestas correctas para cada situación de nuestra vida. En el peregrinaje matrimonial, la pareja no tendrá junto a ella a su consejero, pero tendrá siempre a su alcance la Palabra de Dios, lumbrera brillante en su camino, el mejor manual de consejería.

5. Una consejería verdaderamente bíblica llevará a la pareja a una obediencia sin reservas a la voluntad de Dios.
Ya en mi artículo anterior mencioné la gran necesidad en nuestras iglesias de fortalecer a las parejas para que sus integrantes sean sólidos discípulos de Cristo. Cuando una pareja cristiana decide, por mutuo consentimiento, seguir y obedecer a Dios toda su vida en todas las áreas, Dios comienza a moverse. No hay duda alguna de que Él los guiará y los conducirá por camino iluminado y no en oscuridad.
En las diferentes sesiones el consejero deberá llevar a la pareja a una comprensión clara de lo que es ser verdadero discípulo de Cristo y no solamente «cristiano evangélico». Uno de los casos más tristes que he tenido en mi oficina fue el de Rolando y Nineth. Los dos eran profesionales, serios y con buena edad para casarse. Nineth provenía de una familia cristiana evangélica y desde su niñez había asistido con sus padres a la iglesia. Rolando la amaba muchísimo pero no tenía ninguna comprensión de la vida cristiana. En una ocasión había orado con él y ahora él asistía a la iglesia simplemente para ir con Nineth. Toda su familia era inconversa, con valores mundanos. Él demostraba gran ignorancia de la Palabra.
Yo percibía que ese matrimonio no iba a funcionar. En cada sesión se lo notaba distraído, contestaba poco y aceptaba todo con una ligera inclinación de cabeza. Varias veces, como es mi costumbre, yo les preguntaba: «¿Comprenden lo que estoy diciendo?» Y Rolando se quedaba mirándome: su boca decía que sí pero sus ojos me decían que no. Al leerles la Palabra, yo estaba segura de que él no entendía nada.
Por fin, una tarde lo confronté con la Palabra de Dios y él admitió que no tenía a Jesús en su corazón. Nineth quedó sorprendida. Meses antes de aceptarlo como novio, ella había sido testigo de que Rolando había pasado al altar a orar, ¡y ahora lo hacía otra vez! Al día siguiente la tenía yo sentada, sola, frente a mí. No entendía por qué Rolando le había mentido acerca de su salvación.
Tuve que confrontarla a ella también. Con dolor, pero amorosamente, le hice ver que Rolando provenía de un mundo de mentiras. Sólo por ser su novio no iba a cambiar ese patrón. Rolando no era un verdadero discípulo de Cristo. A él lo que le importaba era casarse con ella. Le pedí a Nineth que considerara seriamente antes de dar el paso del matrimonio. La llevé a versículos donde Dios promete guiarnos a toda la verdad, en especial Juan 16:13. Le recordé los votos que había hecho de obediencia a Dios y le aseguré que Dios deseaba lo mejor para ella.
?Nineth ?le dije?, no aceptes lo BUENO; espera lo MEJOR. Dios, tu Padre, te lo dará.
Nineth no quiso escuchar a Dios (¡menos a mí!). Con gran celebración se unió en matrimonio con Rolando. Esas promesas y votos duraron solamente 9 meses. Llorando en mis brazos reconoció su desobediencia y ahora es madre sin esposo, tratando de superar su dolor y su soledad.
¿Qué necesidad tenemos los cristianos de llorar y sufrir, cuando Dios ha prometido que la obediencia a su Palabra traerá bendición (Josué 1:8)?

6. La Consejería a todo nivel debe estar saturada de enseñanza bíblica. Viéndolo desde este punto de vista, en realidad es un discipulado.
En este punto es importante mencionar la necesidad de la consejería prematrimonial para la pareja que va a dedicarse al ministerio cristiano. Nunca se hará demasiado énfasis en que, de todas las parejas, la que más necesita de consejería prematrimonial es el pastor pastor y la que será su esposa. No podemos negar que existen pastores que contraen matrimonio con mujeres que no tienen la menor idea de lo que es el pastorado: las constantes demandas sobre el tiempo y atención del pastor, las ausencias de éste a la vida del hogar, etc. Constantemente me encuentro con parejas en el pastorado que están enfrentando crisis serias en el matrimonio. ¿La razón? Falta de comprensión de la esposa para con el ministerio pastoral de su esposo.
Mi padre fue un evangelista itinerante, dinámico y elocuente. Vivía por fe. Caminaba en mula por todo el norte de México predicando el evangelio y plantando iglesias. Conoció a mi madre al predicar en una iglesia en la ciudad de Monterrey. Allí se enamoraron y se casaron. El problema era que mi madre venía de una familia muy adinerada, y había gozado de grandes comodidades en su hogar. Mi padre la llevó a vivir a un pueblito, en un rancho con piso de tierra, donde tenía que sacar agua de un pozo profundo y hacer su propia limpieza además de aprender a cocinar con carbón o leña.
Mi padre viajaba y su ausentaba durante semanas enteras. Para colmo, no traía dinero al hogar sino ofrendas consistentes en papas, pan, arroz o frijoles.
Por fin, un día mi madre al ver salir de viaje de nuevo a mi padre, decidió tomar las riendas de aquella tormentosa situación. Sin ayuda de libros ni psicología, cerró las puertas de su choza, se puso de rodillas y llorando le dijo a Dios: «No entiendo cómo permitiste que me casara con este hombre. No me levantaré de aquí hasta que no me des el mismo llamamiento. Los dos estamos en diferentes canales. Mi esposo tiene tu llamado. Yo no lo entiendo. Hazme entender el llamamiento al pastorado de mi esposo». Su oración, basada en el Salmo 119:27,33,73, tuvo respuesta tres días después, cuando Dios le confirmó a ella el llamamiento al ministerio cristiano.
Dios usó a mi madre para plantar 27 iglesias en diferentes pueblos donde vivieron. Mis padres tuvieron 7 hijos, todos dedicados al ministerio cristiano: pastores, evangelistas, líderes. Yo fui la única mujer y Dios me dio a mí un llamamiento personal e inconfundible al ministerio cristiano y el gran privilegio de estar casada con un siervo de Dios.
El hecho de que esa mujer ?mi madre? en oración comprendiera el llamamiento de Dios a la vida de su esposo, hizo la gran diferencia en varias generaciones, pues siguiendo su ejemplo nuestros tres hijos y varios de los hijos de mis están en el ministerio cristiano.
Si en 1923 cuando no existían todas las ayudas actuales, el Espíritu Santo equipó a mis padres con comprensión y entendimiento de la voluntad divina, ¡cuanto más podemos hacer nosotros proveyendo una consejería prematrimonial auténticamente bíblica!

Una consejería sencilla y funcional
Nuestra consejería prematrimonial también debe ser sencilla y funcional. Estas dos características son sumamente importantes. El consejero debe ajustar su consejería al nivel de educación de la pareja, al entorno social en que vivirán, a sus planes de trabajo fuera del hogar (en especial para la esposa), a sus ambiciones y deseos de tener hijos, construir su casa, etc.
Todos estos detalles saldrán a luz al reunirse en consejería. De ninguna manera pueden abarcarse todos en la primera sesión. Pero la meta del consejero deberá ser hablar con sencillez y claridad. Comprobar periódicamente que la pareja entiende lo que se está tratando en la sesión. Darles oportunidad de expresar sus dudas sobre algún punto expuesto. Ampliar los conceptos para que no haya confusión y hacerles entender que una vez dado el paso y jurado los votos, no hay vuelta atrás. Dios espera que los cumplamos y lo obedezcamos a Él.
El consejero debe tener cuidado de no asustar a la pareja sino de grabar en su corazón la magnitud del compromiso que están adquiriendo. Constantemente hay que repetir que el énfasis no está en poner atención al enorme número de parejas que se divorcian, sino al también enorme número de parejas que tienen éxito formando matrimonios felices, fieles y fructíferos. Dios estará allí para auxiliarlos.
Dios… la presencia de Dios… el poder de Dios… la dirección de Dios… la sabiduría de Dios…
Ése es el énfasis sencillo y funcional que debe recibir la pareja. Sencillo en su explicación y funcional en su aplicación. No estarán solos. Donde falte comprensión, sabiduría, dinero, salud, entendimiento, paciencia, etc., allí estará Dios supliendo lo que falte.
Aquí cabe una palabra de alerta al pastor que imparte la consejería. Por su preparación teológica y sus estudios profundos de la Palabra, muchas veces el pastor emplea en la consejería el mismo método de la predicación. Las sesiones con la pareja no son un culto devocional con un estudio inductivo de la Palabra. Es una oportunidad de establecer amistad, cordialidad, acercamiento con los novios. Un tiempo (de una hora como máximo) cuando ellos hagan preguntas y reciban la bendición de la sabiduría de un siervo de Dios que habla con las palabras de Dios.
Las sesiones deben ser relajadas, alegres, tiernas. El consejero debe demostrar interés, cariño, paciencia y genuina empatía. Los ejemplos deben ser sencillos, llevando la atención de la pareja a las vivencias diarias de la vida matrimonial.

Con las características expuestas ?una consejería bíblica, sencilla y funcional?, creo que estamos listos para principiar con los temas a tratar en cada sesión. Oro pidiendo que el Espíritu Santo guíe mi pluma y abra nuestro entendimiento para ir tratando cada tema con amplitud y sencillez.

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