LA CONSEJERÍA PREMATRIMONIAL
por Beatriz E. de Zapata

Hace años que hemos deseado poner en manos de nuestros lectores un material bíblico, sencillo y funcional que pueda ser utilizado en el ministerio de consejería en sus congregaciones y que trate exclusivamente de los problemas o situaciones que enfrenta la pareja de novios al estar próximos a formar un nuevo hogar.

Entramos a ésta nueva aventura con gran expectación. A medida que han pasado los años y la iglesia evangélica ha crecido en la América Latina, nos hemos dado cuenta que no solamente en nuestros países se necesita de esta útil herramienta, sino que en todo el mundo pastores, líderes y consejeros están pidiendo ayuda en esta delicada área.

¿A qué se debe nuestro afán de confrontar este asunto? ¿No será suficiente lo que cada pastor está tratando de hacer en su iglesia?

Nuestra motivación para hablar de este asunto ha nacido al contemplar el fracaso y disolución de matrimonios evangélicos. Algunos ya están separados o divorciados. Otros siguen viviendo juntos y aun teniendo hijos pero sus vidas, como pareja, están vacías y han perdido el romance, la pasión y la belleza que Dios desea que toda pareja conserve. Sufren de un divorcio espiritual, aunque no legal.

¿Quién va a levantarse y negar que estamos diciendo la verdad? ¿Por qué existe tanta crisis en los hogares? Incluso en hogares de algunos pastores y líderes. ¿Dónde van a encontrar ayuda, consejo, orientación y apoyo?

De ninguna manera quiero insinuar que toda pareja que pasa por la experiencia de tener una sólida consejería prematrimonial tiene resueltos todos sus problemas y tendrá un matrimonio de éxito. ¡Esto sería ingenuo! Pero no podemos negar el gran valor que tiene el que un consejero pastoral advierta a la pareja los peligros, problemas, decisiones, ajustes, etc. que los dos, individualmente, tendrán que hacer para lograr un matrimonio no sólo de éxito sino que sea para la gloria de Dios.

LA NECESIDAD
Al tratar de escribir sobre la gran necesidad que existe en nuestras iglesias evangélicas de una buena, sólida y bíblica consejería prematrimonial, me he encontrado con el problema de que no existen estadísticas que puedan darme un fundamento para hablar de la necesidad. América Latina es un continente pobre, cuyos países en muy contadas ocasiones invierten dinero en estadísticas. Menos aún las iglesias evangélicas pueden tomar de sus magros ingresos para emplearlos en averiguar porcentajes y usarlos como base de mejoramiento social.

Así las cosas, tendremos que depender de lo que hemos observado y experimentado en la práctica de la consejería prematrimonial a través de nuestro largo peregrinaje en el ministerio cristiano.

Mi afán no es convencer a ningún pastor o líder que la necesidad de consejería prematrimonial existe y es aguda. Creo que estamos todos de acuerdo que hemos perdido décadas sin hacer algo que venga a aliviar esta situación. Al presente contamos con varios recursos para mejorar este vacío. Antes de analizarlos, principiemos por enumerar la necesidad que existe:

1. El estado de crisis en los matrimonios hace que la consejería prematrimonial sea una necesidad. Quiero aclarar que voy a estar usando la palabra matrimonio refiriéndome a los matrimonios evangélicos. No creo que nos cause ninguna sorpresa mencionar el resquebrajamiento de matrimonios formados por inconversos, pues es de esperarse siendo que no conocen otro estilo de vida. Habiendo aclarado esto, pasemos a considerar el punto expresado. Mi esposo y yo llevamos casados cerca de 45 años. Él es muy cariñoso y yo muy romántica. Siempre nos ha causado sorpresa la gran cantidad de gente que nos hace comentarios acerca de nuestro matrimonio: «¡Ustedes parecen novios!»; «¿Cómo hacen para mantenerse tan enamorados?»; «¡Así quisiera yo que fuera mi matrimonio!»

En la intimidad, mi esposo y yo analizamos estos comentarios. ¿Por qué causa tanta sorpresa nuestra relación? Debería ser no la excepción, sino la regla entre las parejas de cristianos. Es una lástima que teniendo a su alcance todo el potencial del amor sin límites que el Espíritu Santo imparte a la vida del creyente, lo malgasten tolerando que su relación matrimonial se desintegre y vivan solamente una apariencia. ¿Cuáles son los Sub-totales de esta relación problematica? Estos son:

a) Los hijos desean salirse del hogar lo más pronto posible. En mi práctica de consejera pastoral he tenido el honor de trabajar con muchos jóvenes. Sus quejas son interminables: «Ya no aguanto a mis papás»; «Mi padre es pastor, pero una cosa es en la iglesia y otra en la casa»; «¿Por qué me exigen que me case con una chica cristiana si al fin y al cabo da lo mismo una cosa que otra?».

b) Estos matrimonios proyectan un pobre y raquítico testimonio al mundo que les rodea. ¿Cuál es la diferencia entre una pareja de inconversos y una de cristianos? El mundo no la ve.

c) Conduce a que los hijos formen hogares problemáticos continuando así la cadena de fracasos.

El GRAN TOTAL es: Una iglesia débil y anímica, pues las familias, que son las columnas de la iglesia, son débiles y anímicas.

II. Las presiones sociales a las que están sometidas las parejas hoy en día, hacen que la consejería prematrimonial sea una necesidad. Por sociales, no quiero decir económicas. Me estoy refiriendo al grupo humano que rodea a la pareja, sea en un ambiente de aldea, pueblo o gran ciudad. Ese grupo somete a la pareja a presiones. La pareja se siente obligada a cumplir con la sociedad que la rodea, ya que en ese ambiente viven.

Analizando este punto, podemos decir que todos somos culpables. En muchas iglesias encontramos falta de predicación sobre los roles en la familia, la enseñanza de la Palabra de Dios sobre el sexo y la conducta que Dios espera de sus discípulos en cada área de su vida. Tomemos por ejemplo la fornicación. He observado que se predica en contra de ella, se explica al grupo de jóvenes los peligros de tal conducta. Pero a la hora que una pareja confiesa al pastor que necesita casarse, lo único que se exige hacer a los novios es llorar un poquito ante la congregación pidiendo perdón ¡y se celebra la boda a lo grande!. La iglesia permite que la novia use su vestido blanco, que simboliza pureza y castidad y la familia puede hacer una gran celebración, hasta un banquete. Estamos dando allí un doble mensaje a nuestros jóvenes: «!No importa que forniques, es fácil que se te perdone y todo arreglado!».

En este aspecto la consejería prematrimonial debe ser una herramienta para advertir a la pareja sobre los peligros que corren de pecar contra Dios y principiar su matrimonio en pecado. 15 ó 20 años después ellos, como padres, no deberán exigir a sus hijos una cosa que ellos mismos no cumplieron.
La pareja experimenta presión de tener una relación sexual pues todos sus amigos lo hacen y ellos no quieren ser raros. Esa es la influencia que están recibiendo, no sólo de sus amigos, sino sobre todo de los medios de comunicación y a veces aún del ambiente familiar: tíos, primos, etc. No se les enseña cómo manejar esa avalancha de pasión física que están experimentando. Alguna respuesta debe haber. No es posible que Dios les exija una cosa, sin darles la puerta de salida (1 Co. 10:13).

En un país que visitamos, el líder de una denominación nos comentaba: «Estamos muy tristes pues durante este año, nuestro pastorado ha casado 500 parejas en diferentes iglesias de nuestra denominación y hemos comprobado que el 85% de ellas ya iban con embarazo». Si a ese pastor le dolía el corazón, ¡cuán contristado debe estar el Espíritu Santo!

III. La Consejería prematrimonial es una necesidad para enseñar al varón el papel que Dios ha diseñado para él. En nuestro continente, en el que la mujer ha sido explotada, discriminada y menospreciada por siglos, es necesario que el varón tenga conciencia de que, al llegar a ser un discípulo de Cristo, el machismo debe desaparecer de su relación matrimonial.

Mi ministerio de consejería también me ha dado la oportunidad de hablar con esposas de pastores y líderes. Las historias que he escuchado me han hecho llorar. Sus esposos han sido víctimas del mal endémico de generaciones de hombres latinos explotadores. Ese fue el ejemplo que mamaron en el hogar donde nacieron y, no habiendo tenido otro consejo ni orientación, lo están repitiendo en sus propios hogares.

Un corazón que pertenece a Cristo es dulcificado y suavizado por Él. Hay hombres que no desean ser machistas. Con todo su corazón desean romper la cadena de generaciones que los tiene atados, pero no saben cómo.

Con tristeza y a la vez con dulzura, un hermano pastor, con lágrimas en los ojos, me confesó: «Hermana Beatriz, ayúdeme. Amo a mi esposa, pero ¡nadie me ha enseñado cómo tratarla!» ¿Por qué es tan importante la consejería prematrimonial para evitar el machismo? Pues porque el varón es cabeza de la mujer y del hogar. Si él es machista e intransigente, el hogar será dominado por esa forma de conducta y pensamiento. Esa cadena esclavizante continuará dándose en los hogares que formen sus hijos. Además, su mujer seguirá siendo una víctima de abuso verbal, haciéndola muy poco receptiva a dar y recibir amor.

IV. La consejería prematrimonial es una necesidad para que la mujer aprenda cuál es su papel de ayuda idónea. Uno de los triunfos más grandes que ha obtenido la mujer latina, es el llegar a ser reconocida por su intelecto, talentos y habilidades para ocupar distinguidos lugares en la sociedad. Cuando en la década de los años 20 las universidades de Chile y México abrieron sus puertas por primera vez a la mujer, hubo tremendo escándalo. Pero, esa apertura ya no hubo quien la cerrara. La mujer latina probó de lo que era capaz.

Como resultado de ese cambio, la mujer principió a ocupar diferentes puestos y por lo tanto a trabajar fuera del hogar. Al presente, un elevado porcentaje de mujeres trabajan fuera del hogar. Algunas, están devengando un sueldo más alto que sus esposos. Y, al casarse, se presenta el problema de que el esposo se siente amenazado.

Ese tema es necesario tratarlo en las sesiones de consejería prematrimonial. Servirá como advertencia a la pareja de los peligros que pudieran presentarse cuando la mujer, sintiéndose apta para ganarse la vida, los traslada al hogar y toma las riendas de decisiones y mando, haciendo a un lado al varón. A eso se le llama hogar matriarcal, es decir, tener un hogar dirigido por una mujer. Y ese no fue el propósito de Dios en la formación de la familia.

A la mujer hay que enseñarle en consejería cuál es su lugar como esposa idónea, en sumisión a un esposo que, sin machismo, la toma en cuenta en decisiones, opiniones, y en todas las áreas que incluyen el matrimonio.

V. La consejería prematrimonial es necesaria porque es un tiempo de orientación, advertencia, enseñanza y aplicación de la Escritura a la vida personal de la pareja, llevándolos a una madurez cristiana. Al terminar las sesiones de consejería, la pareja debe sentir que ha crecido en Cristo, y que comprende sus responsabilidades individuales al entrar a una relación tan seria como lo es el matrimonio. Están conscientes, individualmente, de sus relaciones con la familia extendida (suegros, tíos, primos, etc.) y, sobre todo, de las diversas presiones que amenazan la destrucción de la unión conyugal.

Estas presiones varía con la pareja. Hay presiones generales originadas en nuestra sociedad, que cada pareja eventualmente llevará a su matrimonio y que pueden hacer la diferencia entre un matrimonio de éxito y uno de fracaso. En este punto, no solamente entra el uso de la advertencia y orientación en la consejería, sino también el de enseñanza y aplicación de la Escritura en sus vidas personales. En los siguientes artículos habremos de tratar estos temas en detalle.

VI. La consejería prematrimonial es necesaria porque el tiempo para resolver los problemas matrimoniales debe ser antes de que principien. Me agrada pensar en la consejería prematrimonial como una medicina preventiva. El supervisar la dieta de un niño pequeño, va a resultar en un adulto bien fortalecido cuando una enfermedad toque su cuerpo. El mismo principio funciona en la consejería. Si la pareja toma tiempo para pensar bien las cosas, viéndolas a través del filtro del consejero, con la ayuda y orientación que éste puede dar, el matrimonio se fortalecerá para un futuro sólido.

Debemos recordar que la preparación básica para el matrimonio principia desde que el individuo es un niño pequeño. Si los padres tienen un matrimonio bien ajustado y sólido, los hijos aprenderán actitudes y conductas que les ayudarán y les equiparán a tener ellos mismos un matrimonio feliz.

No importa qué trasfondo tenga el individuo, la decisión de casarse es una decisión de consecuencias monumentales. La mayoría de las parejas llegan al día de su boda con sentimientos mixtos de un entusiasmo inexplicable y algo de miedo interno. Al ayudar a las parejas en este tiempo crítico de sus vidas, el consejero tiene la oportunidad de hacer una contribución significativa al éxito futuro de esos matrimonios.

Después de la Iglesia, el matrimonio es la institución más importante a la que una persona puede pertenecer. Es una lástima que la sociedad en general no le dé la importancia debida a esta relación, ya que Dios la considera tan importante que El mismo la estableció como la relación más íntima, sólida y permanente en la convivencia humana. Si la relación del hombre con su esposa está enfermiza, va a crear serios problemas en la relación del hombre con su Dios.

Hay sectores de la iglesia evangélica latinoamericana que tienen mucho problema en aceptar cualquier tipo de consejería para sus feligreses. Piensan que al usar técnicas psicológicas, están permitiendo la introducción de enseñanza errónea ya que predicamos que «Jesús es la respuesta a todo conflicto y situación y todo lo que necesitamos hacer es confiar en Él, orar más y todo saldrá bien». Otros contienden: «Dios no nos ha llamado a entender nuestros sentimientos. El sólo desea que conozcamos Su voluntad».

Otros argumentan que la respuesta a nuestros problemas personales y maritales es conocernos a nosotros mismos y saber cómo manejar nuestros sentimientos y emociones. Y preguntan, ¿cómo vamos a conocernos si no hay quién nos oriente a pasar tiempo pensando en nosotros mismos?

Nuestro afán en esta columna es orientar al pastor, líder y consejero (hombre o mujer) Biblia en mano para mejorar su consejería prematrimonial y ayudar, con sugerencias funcionales, a fortalecer a futuros matrimonios que serán las columnas fuertes en nuestras iglesias.

En nuestra próxima entrega, estaremos principiando a enseñar métodos y herramientas que están a nuestro alcance para tener una consejería prematrimonial sencilla, funcional y BÍBLICA.

Deseamos que esta serie sea una verdadera ayuda y bendición para el arduo trabajo que el líder, pastor y consejero tiene con su congregación. Termino, entonces, esta primer entrega, con uno de mis versículos favoritos: «Dios es el que me ciñe de fuerza?despeja mi camino?hace mis pies como de cierva?me pone firme en mis alturas?y adiestra mis manos para la batalla» (2 S. 22:33).

Beatriz E. de Zapata, es mexicana, por más de 40 años vive en Guatemala. Casada por casi 45 años, con hijos y nietos. Como consejera es muy conocida y querida en Guatemala. Trabaja en una renombrada escuela secundaria en la ciudad de Guatemala.

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