por Daniel Lozano

La Biblia puesta en tela de juicio.

Muchos variados movimientos están lanzando ataques diciendo que la Biblia no es suficiente, que no es idónea o que tiene fallas y presenta problemas para el mundo actual.

¿De dónde viene este ataque?
En primer lugar, este ataque viene del archienemigo de Dios, Satanás. En segundo lugar, históricamente también procede de todos aquellos que abrazan la teología liberal. Pero ante todo, y ésta es la razón de este artículo, queremos advertir que este ataque está viniendo incluso de dentro de las filas de la iglesia cristiana evangélica. ¡Y esto es realmente alarmante!
Una de las declaraciones tradicionales de la teología cristiana evangélica ha sido siempre que la Biblia es idónea, adecuada y suficiente en toda materia de fe y doctrina.
Usamos la palabra idoneidad con el sentido de calidad de su propiedad distintiva, eficacia y completa suficiencia.
A pesar de que muchos cristianos dicen respetar, honrar y reverenciar la Palabra de Dios, y admiten que es la voz de Dios, sin embargo, con sus palabras, acciones, decisiones y filosofía están atacando la idoneidad y eficacia de la Escritura. Este ataque contra la Biblia se deja ver al menos en las siguientes áreas: individual, de la familia, la comunidad cristiana, la sociología y la nueva revelación.

El área individual
Muchos creyentes hoy actúan como si la Escritura ya no fuera más la dieta adecuada para nuestro desarrollo y crecimiento espiritual. En su lugar, en este siglo de la electrónica, la comunicación y los avances tecnológicos se han encontrado sustitutos para la Biblia: hay más programas musicales, más películas, más representanciones teatrales, más entretenimiento… Lo peor todavía es que en muchos programas de radio y de televisión cristianos (como también en muchas iglesias) el énfasis está en todo el elemento preparatorio –pero no central– de música, representanciones, arte dramático, etc., y se da un tiempo corto o un lugar secundario a la Palabra de Dios.
La lectura y la exposición de la Palabra, la aplicación a nuestras vidas de sus enseñanzas, y el aprendizaje de la Palabra de Dios requieren esfuerzo, disciplina y tiempo. El hombre moderno busca cosas instantáneas, una vía corta. Es un ataque sutil y peligroso contra la idoneidad y suficiencia de la Palabra de Dios.

El área de la familia
Hoy se llega a dudar de que la Palabra de Dios de por sí sea todo lo que Dios quiere para resolver y rectificar los múltiples problemas del matrimonio y la familia modernos. ¿Qué está ocurriendo? El método, la aplicación y el consejo de la Palabra de Dios están siendo reemplazados por recetas humanas de sicólogos, por triquiñuelas y trucos, por cursos especiales para el matrimonio –que podrán ser buenos pero evitan que nos concentremos en lo que la Biblia afirma sobre la familia. Cuando no se basan en la Palabra de Dios, todas esas cosas son añadidura a la Biblia, y por otra parte socavan la idoneidad de la Palabra de Dios.

El área de la comunidad cristiana
Hoy día es común tratar a la iglesia como si fuera una empresa, un negocio. Cuando se escoge un líder ya no se da preferencia a las características señaladas en 1 Timoteo y Tito, sino en especial a las cualidades de un líder con «carisma», capaz de manejar (como en la industria) cantidades de gente para una buena producción. Y queremos aplicar en la iglesia técnicas seculares que, por más buenas que sean, no son la clave para edificar al cuerpo de Cristo. Es como decir que el aprendizaje y la aplicación de los principios de Dios no son suficientes.

El área de la sociología
Tomemos 3 ejemplos de temas candentes: La homosexualidad, el aborto, y el rol de la mujer en la comunidad y en la iglesia. La perspectiva del mundo y la perspectiva bíblica están en conflicto (lo cual es de esperarse). Sin embargo, para nuestra vergüenza, mucho de lo que afirma el mundo está formando nuestras actitudes hacia estos y otros temas importantes. Es otra manera sutil de socavar la eficacia, idoneidad y suficiencia de la Palabra de Dios.

El área de la nueva revelación
Quizás el ataque más sutil pero más peligroso, se lleva a cabo dentro de la iglesia. Es el caso de las revelaciones extrabíblicas. Hoy día existe toda clase de profecías, «palabra del Señor», «el Señor me dijo», que están gobernando a un creciente número de iglesias y creyentes. En muchos casos las revelaciones extrabíblicas están por encima de la Palabra de Dios y resulta en una actitud de «no importa lo que dice la Biblia; el Espíritu de Dios me dijo…» Por estos y varios motivos más abrimos la Biblia en el Salmo 19:7-9. Allí vemos qué autoridad se da la Biblia a sí misma.

La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos justos.

La estructura de estos versículos descubren 6 líneas de pensamiento, y cada una tiene 3 elementos: primeramente, un nombre dado a la Palabra de Dios; segundo, una característica de la Palabra de Dios; y en tercer lugar, un beneficio.

LA PALABRA DE DIOS
Nombres
Características Beneficios
ley perfecta convierte el alma
testimonio fiel hace sabio al sencillo
mandamientos rectos alegra el corazón
precepto puro alumbra los ojos
temor limpio permanece para siempre
juicios verdad todos justos

Seis veces se repite la palabra «Jehová». Indica que Dios mismo es la fuente de la idoneidad y suficiencia de las Escrituras; el origen no es de un hombre, ni la opinión de hombres o ángeles, sino Dios mismo.

El contraataque divino
1. La ley de Jehová. La ley se traduce Torá, una enseñanza divina que apunta a la naturaleza didáctica de las Escrituras. Dios enseña al hombre a través de la ley; hace referencia a la instrucción divina en relación al credo, lo que nosotros creemos; al carácter, lo que nosotros somos; y la conducta, lo que hacemos o debemos hacer.
La ley es perfecta. La palabra «perfecta» en hebreo significa sin mancha, libre de daño, absolutamente honrada y bien intencionada. Y además tiene el sentido de amplia y completa, es decir, que no tiene falta de nada porque cubre todos los aspectos. Por tanto, la Palabra de Dios es completa, tiene todo lo que necesita, cubre todos los aspectos de nuestras necesidades espirituales porque es perfecta y no hay que añadirle nada. La implicancia es que la Escritura es tan completa y perfecta que puede transformar todo nuestro ser, todo nuestro corazón, toda nuestra personalidad.
El beneficio es que convierte el alma. Convertir significa restaurar, impartir nueva vida, reanimar el alma, transformar, reavivar a una persona. La ley de Jehová da vida a todos los aspectos del alma (esta palabra denota espíritu, principio vital, vida, corazón, persona, yo). La Biblia es suficiente para nuestra conversión, restauración, crecimiento y perfeccionamiento.
Pablo afirma: «Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra» (2 Ti. 3:16-17). La Palabra de Dios es suficiente, idónea para todas las necesidades de la vida. ¿Es necesario añadirle cosas a la Palabra si es suficiente? Jamás.
2. El testimonio de Jehová es fiel. Testimonio –otra acepción de la palabra Escritura– presenta a la Palabra de Dios como un testigo divino. Además, es un testigo fiel, por encima de toda duda en sus declaraciones. Fiel habla de inamovible, firme, sin errores, digno de confianza. Fiel califica a la Escritura como un fundamento sobre el cual la vida y nuestro destino eterno puede ser edificado sin sombra de duda. Hay quienes edifican su vida sobre supersticiones, o por consejo de brujas, o bien «profecías». Es en la Palabra de Dios donde debemos hallar dirección.
«Fiel» está en contraste con lo inseguro, inestable, voluble y cambiante de la sabiduría y la opinión de los hombres. Tenemos que decidir en nuestro propio corazón entre escuchar a los hombres o escuchar a Dios.
El beneficio es que hace sabio al sencillo. Una persona sencilla es inexperta, neófita, de una ignorancia ingenua que fácilmente se puede descarriar. Pero la Palabra de Dios la puede hacer sabia; le puede dar una base sólida y tremenda estabilidad. El término sabio aquí significa instruido en el arte de una vida piadosa. La Palabra de Dios puede tomar a alguien ingenuo, ignorante, y neófito, y hacer que sea capaz de vivir una vida piadosa de acuerdo a la voluntad divina. Entonces, no hay razón para recurrir a elementos fuera de la Biblia para hacerla relevante y práctica.
3. Los mandamientos de Jehová son rectos. El mandamiento es diferente de la ley y del testimonio, aunque todos se refieren a la Palabra de Dios. Mandamiento habla de dichos, ordenanzas y estatutos, principios divinos que están establecidos en las páginas de la Biblia para que el hombre los siga. David afirma que estos principios divinos son rectos. La palabra recto significa mostrar el sendero correcto, dar correcta dirección. Cuando nos ponemos bajo la guía de la Palabra de Dios, ella nos da una correcta dirección y nos envía por el correcto sendero, algo que no vamos a encontrar en la sabiduría del mundo. Es como si alguien nos tomara de la mano, nos liberara de toda vacilación, nos diera profunda satisfacción y una conciencia gozosa de estar en el camino correcto hacia una meta correcta.
El beneficio es que alegran el corazón. ¿Dónde tenemos que ir entonces para encontrar gozo, alivio, felicidad y libertad de la angustia, la ansiedad, la depresión? ¡A la Palabra de Dios! «Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová, Dios de los ejércitos» (Jer. 15:16). Aquí Jeremías explica que él encontró gozo y alegría «comiendo» la Palabra de Dios. Tengamos en cuenta que el profeta era un hombre que podía hablar del sufrimiento, porque nació para sufrir y así cumplir su ministerio. Sin embargo, encontró la calma y la paz de su corazón, la alegría y el gozo de su vida en la irreemplazable Palabra de Dios, que es viva y eficaz (He. 4:12). Por lo tanto, ¿necesitamos nosotros visiones o experiencias sobrenaturales, hablar con los ángeles, practicar yoga, meditación transcendental, visualización o sicología a fin de completar nuestro gozo? Jeremías no lo necesitó ni lo practicó; él fue directamente a la Palabra de Dios y allí encontró gozo, alegría, paz y satisfacción. La Escritura es suficiente, en contraposición a cualquier fuente humana donde no hallaremos satisfacción.
4. El precepto de Jehová. Precepto es otro término utilizado para hacer referencia a la Escritura, y significa mandato, orden, regla que el superior hace observar al subalterno. Preceptos son instrucciones y reglas divinas. Aquí surge la característica de autoridad de la Palabra de Dios. La Escritura, entonces, no es una compilación de sugerencias de posibles alternativas que Dios presenta al ser humano. No; la ley de Jehová es un precepto, algo que tiene autoridad, una orden, una regla, algo que vincula y compromete. Por ejemplo, la Biblia dice «maridos amad a vuestra mujeres» (Ef. 5:25). El precepto encierra lo que Dios quiere del hombre. El que obedece recibe bendición; para el que desobedece hay juicio.
Este precepto es puro. Esta palabra tiene una connotación diferente de la que solemos darle hoy. Puro significa claro, fácil de ver, como la luz de una lámpara. En Pr. 6:23 leemos que «el mandamiento es lámpara y la enseñanza es luz». Este precepto es puro, claro como la luz del sol. Si la Palabra de Dios es pura como el sol, ¿dónde se ha visto un rayo de sol corrompido? Y ¿dónde un poco de luz que se esté echando a perder? Es imposible. Un rayo de luz es capaz de penetrar ambientes infectados de corrupción y las profundidades más desagradables; entra puro, pasa por el lugar y sale puro. Esa es la pureza de la Palabra de Dios.
Existen pasajes en la Biblia que son un poco difíciles de entender, pero no son confusos. Las cosas de este mundo sí son confusas, oscuras, dudosas, contradictorias… Todos los días nos enfrentamos con decisiones sobre lo que no conocemos, pero la Palabra de Dios las clasifica, las ordena, las coloca en su verdadera perspectiva. Es la Palabra de Dios, entonces, la que nos declara lo que es bueno y lo que es malo, lo que es recto y lo que es torcido, lo que debemos hacer y lo que no debemos hacer.
El beneficio es que alumbra los ojos. Los preceptos de Dios iluminan al hombre de una manera triple: en su relación con Dios, con sus semejantes y consigo mismo. ¿Por qué? Porque la oscuridad del alma produce inseguridad, tristeza, y perplejidad. Cuando un hombre está ciego, anda a tientas; eso le produce inseguridad en su vida; tristeza porque no puede ver; perplejidad porque siente cosas que no puede detectar. La pureza de los preceptos del Señor da como resultado luz en el alma en lugar de las tinieblas del pecado. El Apóstol Juan dice: «Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado» (1 Jn. 1:7). Aquí vemos la relación entre luz y pureza. Cuando un hombre se somete a la luz de Dios, habrá pureza en su vida. La Palabra de Dios es un precepto puro que alumbra los ojos. No necesitamos ir a otra fuente porque Dios ha dejado en estos 66 libros, que forman su Palabra, todo lo que el hombre necesita para hoy y siempre.
5. El temor de Jehová. Es interesante notar que todos los otros calificativos o títulos de las Escrituras –como la ley, el testimonio, los mandamientos, el precepto y los juicios– son externos al hombre. Pero cuando habla aquí del temor de Jehová, parece ser algo más bien interno y subjetivo. Nunca cuando en las Escrituras se habla del temor a Jehová se habla de miedo, sino de la sana reverencia o respeto que el hombre debe a Dios. Y en ese sentido es que nosotros podemos temer y amar a Dios al mismo tiempo. Es una reverencia afectuosa con la que el hijo de Dios se somete cuidadosa y humildemente a la ley de su Padre. El temor de Jehová es no querer hacer ni decidir nada que vaya a ofender el nombre de Dios. Es la perspectiva de una persona que, debido a su propia debilidad y tentaciones, ve el peligro de una posible caída y teme pues no quiere pecar contra Dios (Sal. 119:11).
En el Antiguo Testamento también leemos: «Y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra» (Dt. 17:19). Para dirigir a su pueblo correctamente, el rey debía tener una copia del libro de la Ley. Para temer a Dios tenía que leer todos los días . Hoy vivimos en una generación que no teme a Dios porque no lee las Escrituras.
La característica del temor es que es limpio. La palabra «limpio» significa puro, exento de cosas extrañas, de impurezas. Esta Palabra de Dios es una palabra limpia, sin impurezas, tachas, manchas ni errores. Desde el punto de vista moral, el temor de Jehová es limpio en contraposición a la impureza del pecado y a la inmoralidad humana. No tiene el más mínimo vestigio de maldad o de impureza sino que es la limpia, pura y refinada expresión del Creador.
El beneficio es que permanece para siempre. El apóstol Pedro reitera el pensamiento: «Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre» (1 P. 1:23). Todo cambia, pero la Biblia permanece para siempre, no cambia; Dios la hizo perfecta y no necesita refinamiento, perfeccionamiento, actualización, corrección ni depuración.
6. Los juicios de Jehová. Cuando la Biblia habla de los juicios de Jehová, se da por sentado que el juez es Dios. Si El es el juez, sus juicios serán justos, correctos, perfectos, infalibles. Juicio es una facultad del entendimiento que compara y juzga. Es el ejercicio del entendimiento en virtud del cual se puede discernir la realidad –inclusive el bien y mal– y así formar una opinión, primero en cuanto a la naturaleza real de una cosa, y también en cuanto al verdadero carácter moral de una persona.
Característica: son verdad. El termino verdad en el Antiguo Testamento es traducción de un vocablo de donde proviene la palabra «amén». Significa sostener, estar bien fundado, firme y estable. De manera que verdad es una realidad firme, segura y digna de confianza. Esta es la Palabra de Dios. Los juicios de Jehová son firmes, seguros, confiables; son verdad; son «amén». Hoy resulta difícil encontrar verdad. Las estadísticas dicen que una persona normal miente 25 veces por día. Vivimos en un mundo de mentiras serias y mentiras piadosas. En cambio, en la Biblia sólo hay verdad. Y si es verdad, siempre será confiable, siempre relevante y aplicable porque es la verdad de Dios.
La falta de resolución de los grandes problemas de nuestra vida no se debe a lo inadecuado de la Palabra de Dios, sino a la falta de correcta aplicación de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios tiene que ser estudiada; tiene que ser estudiada correctamente; tienen que ser obedecida.
El beneficio es que son todos justos. Los juicios por su verdad constituyen la doctrina y por su justicia son el fundamento de la vida. De manera que la Biblia hace más que simplemente enseñar una verdad abstracta; ofrece además un impulso a la vida.

Tres personas o la Biblia
Por lo tanto, si conforme a este salmo la Biblia convierte el alma, es capaz de hacer sabio al sencillo, alegra el corazón, alumbra los ojos, es una verdad que permanece para siempre, es verdad y todos sus términos son justos, se desprende de que debiera ser entonces la fuente de todo lo que necesitamos espiritualmente. Sin embargo, el ser humano hoy busca la Biblia y otra cosa: la Biblia y la tradición; la Biblia y las emociones o las experiencias; la Biblia y las profecías; la Biblia y la sicología. En las Escrituras Dios nos ha dado la expresión de su voluntad eterna, y en la Escritura establece toda las verdades necesarias para nuestra vida espiritual. Cuando estas verdades tienen la energía y el poder del Espíritu Santo de Dios, producen completa idoneidad y suficiencia de manera que no necesitamos ninguna otra cosa más.
En ciertos círculos cristianos se ha popularizado el concepto de que si tres personas reciben la misma visión, esto tiene tanta autoridad como la Palabra de Dios en sí. Sin embargo, Ap. 22:18,19 nos recuerda: «Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro». En la Biblia tenemos todas las cosas que necesitamos para «la vida y la piedad» (2 P. 1:3).
Tristemente vemos que en nuestros días la idoneidad y la suficiencia de este libro divino están en tela de juicio. Los hombres están abandonando la Biblia –inclusive los cristianos– y están recurriendo a un sinfín de otras cosas. ¡La Palabra de Dios es suficiente para todo lo que necesitamos!
El mundo desesperadamente está buscando algo perfecto, fiel, recto, puro, limpio, verdad, y justo. Eso lo tenemos en la Palabra de Dios. Los seres humanos sacrificarán cualquier cosa para poseer lo que convierte el alma, que hace sabio al sencillo, que alegra el corazón, que alumbra los ojos y que permanece para siempre. Eso lo hallamos en las Sagradas Escrituras.
Es hora de que la Biblia sea una vez más la parte central de los cultos en nuestra iglesia; que sea el pan diario para cada creyente –en su congregación y en su vida personal– porque es idónea, adecuada y suficiente en toda materia de fe y doctrina.
Daniel Lozano, argentino, es pastor de una iglesia en Oregon, EE.UU.

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