por Reneé S. Sanford

Se puede saber lo que las personas valoran por medio de observar lo que celebran. Los veteranos de guerra marchan en desfiles para luego hacer un picnic. Los parientes viajan largas distancias para reunirse con sus familias en los días feriados. Para algunos los cumpleaños son eventos importantes y la primer sonrisa de un bebé, su primer paso o sus primeras palabras, generan enorme entusiasmo en la mayoría de los hogares.
Del mismo modo que celebramos los acontecimientos importantes durante el desarrollo académico y físico de cada uno de nuestros hijos con fiestas de cumpleaños, trofeos y ceremonias de graduación ¿porqué no celebrar los eventos espirituales de nuestros hijos también?
En los tiempos del Antiguo Testamento, el pueblo de Dios frecuentemente construía monumentos para que tanto ellos como sus hijos tuvieran un recordatorio de las obras de Dios en sus vidas. Dios les llenó el calendario con fiestas o lo que nosotros llamaríamos feriados.
Como cristianos, nuestras celebraciones pueden incluir mucho más que Navidad y Pascuas. Aunque nunca logremos tener devociones en familia en forma consistente, ni realizar planes de lectura o reuniones semanales en familia, sí podemos aprovechar toda oportunidad que se nos presente para hacer resaltar las cosas buenas que Dios está realizando en la vida de nuestros hijos, celebrando juntos a medida que ellos desarrollan su crecimiento espiritual. Nuestra familia disfruta la celebración de eventos espirituales ?aquí mencionamos algunas maneras que ustedes pueden realizar también.

Reconocer las decisiones más importantes de nuestros hijos. Cuando nuestra hija regresa de la Escuela Dominical y nos dice que ha confiado en Jesucristo como su Salvador, hagamos como los ángeles, regocijémonos procurando que el momento sea especial, dándole un gran abrazo y ofrezcamos, en presencia de ella, una oración de agradecimiento a Dios por haberla incorporado a Su familia. Olvidémonos de la cuenta de teléfono y permitámosle que llame a sus abuelos y amigos para compartir con ellos su decisión. Convidémosla con un postre o llevémosla de paseo para que tenga la oportunidad de ampliar con más detalle cómo llegó a confiar en Cristo.
Positivamente anotemos este evento espiritual en nuestro calendario y también en la Biblia de nuestra hija; pero que ella tenga presente que ésta no será la única fecha de su vida sino que Dios realizará muchas obras grandes en el curso de la misma.
Estimulemos a nuestros hijos para que hagan anotaciones en sus Biblias a medida que Dios les ensañe nuevas cosas y ellos toman nuevos compromisos con Él.

Celebrar los cumpleaños espirituales. En su aniversario espiritual, cada año, nuestros hijos esperan con anticipación una celebración especial con su padre. Mi esposo los lleva a la heladería para que tomen helados y jueguen a gusto. Aprovecha para preguntarles sobre su relación con el Señor y les ayuda a planificar su crecimiento durante el próximo año. Siempre es una buena oportunidad para estimularlos con sus devociones y testimonios.
Si bien, por lo general, no les hacemos regalos en estas ocasiones, compartimos con cada uno un versículo de la Biblia que será el motivo de oración para él o ella, durante el resto del año. La celebración puede consistir en una excursión con la familia, un privilegio especial, o un recuerdo que marque la ocasión del nuevo nacimiento espiritual.

Ratificar los compromisos. El bautismo es una maravillosa oportunidad de celebración del compromiso del niño con Cristo Jesús. Con nuestros hijos, procuramos que por lo menos concurra uno de los abuelos para que el evento sea especial y pueda celebrar junto con nosotros. Sin embargo, cuando se bautizó nuestro hijo mayor, los abuelos no pudieron venir, y tampoco salieron las fotografías. Pero nunca es tarde para celebrar y este año vamos a observar su aniversario con mayor entusiasmo.
Cuando nuestra hija de catorce años regresó del campamento de verano muy emocionada con el Señor, me preocupé simplemente en preguntarle si había hecho algún compromiso con el Señor. Celebramos con oración su deseo de dedicar más tiempo a la lectura diaria de la Palabra de Dios.
A medida que nuestros hijos toman compromisos públicos o comparten compromisos privados que han hecho, estemos prontos a estimularlos en la fidelidad de Dios para cumplirlos. Tomemos estos compromisos con seriedad e incorporémoslos a las decisiones relacionadas con la escuela y el trabajo.

Resaltar las obras de Dios. El crecimiento espiritual no sólo consiste en lo que hacemos sino también en tomar conciencia en lo que Dios hace. Cuanto más observamos la obra de Dios, más confianza ponemos en Él. Ayudemos a nuestros hijos a reconocer cuando Dios obra en nuestra familia. Repitamos las historias de la protección y provisión de Dios en nuestra familia. En más de una oportunidad Dios nos ha demostrado su protección cuando viajamos, evitándonos evitándonos serios peligros.

Festejar las respuestas a nuestras oraciones. Las oraciones al acostarse rutinariamente incluyen protección y bienestar al dormir. A veces oramos por cosas específicas que solamente Dios puede realizar. El año que agregamos dos hijas adoptivas a nuestra familia, necesitábamos desesperadamente un vehículo nuevo. Dios nos proveyó de un cheque grande e inesperado por intermedio de un pariente; cuando los niños regresaron a casa, se encontraron con un festín de masitas y gaseosas para su merienda.
Lo mismo ocurrió cuando anuncié que estaba esperando otra beba. Solamente uno de nuestros hijos estaba orando por un hermanito, pero esta bendición divina inesperada aún así fue celebrada.
Nuestros hijos ya saben ahora cuando sacamos a relucir la vajilla fina y masitas, que Dios ha hecho algo importante para nuestra familia.
Las respuestas asombrosas a nuestras oraciones merecen atención especial. Cuando celebramos alabamos a Dios unidos y nos aseguramos que nuestros hijos no se olviden de las bendiciones especiales que Dios derrama sobre nuestra familia.

Honrar las decisiones diarias. Todos queremos que nuestros hijos se desarrollen y sean adultos responsables y devotos ¿pero cómo perfila el proceso para llegar a esta meta? Tomemos tiempo para advertir las áreas específicas en que nuestros hijos pueden desarrollarse durante el mes próximo, orando específicamente para que Dios obre en esa área, y luego apoyémoslos cuando toman pasos en la dirección correcta.
El apoyo verbal o escrito de las buenas decisiones, las palabras amables y las respuestas honestas, le permiten al niño saber que vale la pena andar por el buen camino. El carácter crece como el roble y no como la maleza.
En toda circunstancia, demostremos con aplausos los pequeños y grandes pasos de fe de nuestros hijos.

Reneé Sanford es madre de 4 hijos, escritora y editora.

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