Por Daniel Zuccherino.
A partir del capítulo 22 del segundo libro de Reyes, la palabra de Dios nos presenta la historia de un avivamiento espiritual. Dicho proceso de avivamiento y restauración se inicia durante las tareas de reparación del templo de Señor, en el momento en que se halla o redescubre el libro de la Ley, el cual ?luego de ser hallado- es leído delante de la presencia del rey Josías por el escriba Safán.
El rey Josías al escuchar la lectura del libro de la Ley se quebranta y arrepiente e inmediatamente busca la dirección de Dios diciendo:
13 Id, consultad al Señor por mí, por el pueblo y por todo Judá acerca de las palabras de este libro que se ha encontrado, porque grande es la ira del Señor que se ha encendido contra nosotros, por cuanto nuestros padres no han escuchado las palabras de este libro, haciendo conforme a todo lo que está escrito de nosotros.
2 Reyes 22:13
(Biblia de las Américas)
Acto seguido convoca a todo el pueblo de Judá a renovar el pacto con el Señor.
Como lógica consecuencia de lo anterior el rey ordena la eliminación de la idolatría.
La descripción de este proceso ( 2 Reyes 23;4 y siguientes) hace patente la decadencia y la degradación moral y espiritual en la que había caído Judá.
Una lista solo parcial de dichas prácticas idolátricas incluye la colocación de ídolos en el templo de Dios (v 4-6), prácticas astrológicas (v.5), prostitución (v.7), sacrificios rituales de niños (v. 10), etc.
La pregunta que cabe hacerse es:
¿Cómo puede Judá caer tan bajo en lo espiritual y moral?
¿ Cómo pudo alejarse tanto de Dios?
Un gran peligro.
Para dar la respuesta a dichos interrogantes debemos referirnos a uno de los mayores peligros que confronta la fe cristiana, el llamado sincretismo espiritual o religioso.
El sincretismo, que ha representado y representa un arma poderosa para alejar a las personas del Dios verdadero se funda en la pretensión de reconciliar o unir creencias religiosas antagónicas o conflictivas.
Podemos caracterizar al sincretismo como un proceso mediante el cual ciertos aspectos, prácticas o creencias de una religión son asimilados o incorporados en otra religión. En su expresión contemporánea el sincretismo sostiene que no existe ninguna revelación única y exclusiva de Dios. Quien puede ser alcanzado mediante caminos y modos diferentes. Dado que cada fe y práctica religiosa contiene algo de verdad se hace necesario armonizar esas verdades a fin de alcanzar una fe de validez universal.
Al confrontar al cristianismo los sincretistas no llaman abandonar al Señor, sino que los invitan a no ser “cerrados” o “estrechos” dado que, sostienen, cada religión ofrece un camino válido hacia Dios.
John Sttot nos brinda un vívido ejemplo de lo que el sincretismo significa en la práctica. Relata que en cierta oportunidad un asistente social en Nigeria visitó a un joven en una callejuela de la ciudad de Lagos. En su mesa de luz encontró los siguientes libros: la Biblia, el libro de oración común, el Corán, tres ejemplares de La Atalaya (la revista de los Testigos de Jehová), una biografía de Karl Marx, un libro de ejercicios de yoga y ?lo que evidentemente necesitaba con mayor urgencia el pobre muchacho- un tomo en rústica titulado Cómo dejar de preocuparse. (1)
El Señor y los “dioses”.
Desde el principio de la revelación de Dios a su pueblo la advertencia divina no solo se ha referido a no abandonar al Señor para ir detrás de otros dioses sino que ha señalado el terrible pecado consistente en adorar a otros dioses mientras se pretende mantener el culto del verdadero Dios.
En 2 Reyes 17 se nos habla de ciertos colonos asirios en Samaria ?durante un período de dominación asiria- que tenían interés en conocer acerca de Jehová a la vez que se aferraban a sus dioses.
La asirios permitieron a los sacerdotes israelitas enseñar la ley de Dios.
Pero en lugar de afirmar en la fe al pueblo cautivo y llevar a otros a la conversión la actividad de los mencionados sacerdotes condujo al sincretismo.
La Palabra de Dios describe claramente la situación diciendo que “Aunque adoraban al Señor, servían también a sus propios dioses, según las costumbres de las naciones de donde habían sido deportados” (2 Reyes 17:33 NVI).
La situación actual.
El ambiente “religioso” posmoderno es sincretista. Se alega que en cada religión y en muchas ideologías hay parte de verdad. El ejemplo mas acabado es el llamado movimiento de la “Nueva Era”, el cual sostiene que en última instancia todas las religiones son una sola dado que comparten las mismas enseñanzas centrales.
Como resultado de su sincretismo la Nueva Era enseña que lo que creemos, la doctrina, no es importante, sino que lo verdaderamente trascendente es la experiencia de “conectarse” y “el ser uno” con la “energía universal”.
Ratificando lo que venimos señalando respecto del sincretismo en la actualidad, una investigación que publica el diario “La Nación” (Buenos Aires, Argentina) destaca el “nomadismo, cuentapropismo e individualismo religioso” predominante según dicha investigación, con hombres y mujeres que construyen sus creencias participando en más de un grupo o movimiento religioso.
Las encuestas, señala dicho trabajo, muestran a la gente conjugando varias experiencias religiosas: participando en peregrinaciones de la virgen de Luján, asistiendo alternativamente a campañas evangelísticas, o ceremonias de cultos afro-brasileños y entusiasmándose con los ángeles y el budismo. (2)
Cada generación de cristianos debe enfrentarse con la tentación que representa el sincretismo. Esta tentación puede tomar diversas formas. A veces al procurar parecer “modernos”, “actualizados” o que “estamos al día” podemos resultar ?aún inconscientemente- permeables a filosofías seculares o a creencias extrañas a la fe cristiana.
En otras oportunidades al evangelizar y en el deseo de tender puentes y respetar los diferentes marcos culturales (lo que sin duda es acorde con la voluntad de Dios) podemos ser tentados a no tener totalmente claro que ciertas costumbres religiosas y la llamada “religiosidad popular” constituyen expresiones de la vana manera de vivir de las cuales nos vino a rescatar el Señor Jesucristo quien es el único fundamento (1 Corintios 3:11) y único camino para llegar a Dios (Juan 14:6).
El proceso de avivamiento y la restauración del cual fueron protagonistas el rey Josías y el pueblo de Judá tiene como notas salientes la vuelta a la Palabra de Dios, el arrepentimiento, la renovación del pacto y un ardiente deseo de hacer la voluntad del Señor.
Igual debemos hacer nosotros.
Cultivemos una fe sencilla fundada en la Palabra de Dios.
Examinemos permanentemente nuestro corazón y nuestras motivaciones en la presencia del Señor. En nuestra vida personal tengamos siempre presente que somos el templo de Dios. Dejémonos conducir por el Espíritu Santo quien nos guiará a toda verdad. Despojémonos de actitudes, maneras de pensar y creencias que resulten un estorbo a la hora de tener comunión con Dios y servirle.
Seamos mansos, humildes y siempre respetuosos de los puntos de vista de otras personas pero teniendo espiritualmente muy claro que no es posible “armonizar” las verdades de Dios con los y valores del mundo.
La Biblia recalca que para el cristiano no es posible avanzar en esa pretendida armonización.
Dice la Palabra de Dios:
14 No estéis unidos en yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas?
15 ¿O qué armonía tiene Cristo con Belial? ¿O qué tiene en común un creyente con un incrédulo?
16 ¿O qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? Porque nosotros somos el templo del Dios vivo, como Dios dijo: Habitaré en ellos, y andaré entre ellos; y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
2da Corintios 6: 14b-16a
(Biblia de la Américas)
¡Qué el Señor nos lleve de su gracia para predicar y vivir sin adulteración alguna, el mensaje de Verdad, el Evangelio de nuestra Salvación!. (Efesios 1:13).
(1) Stott, John “El cristiano contemporáneo”. Página 285. Nueva Creación 1995.
(2) Diario “La Nación” Buenos Aires, Argentina. 4/1/04. Suplemento “Enfoques”. Página 4.
Daniel Zuccherino, abogado, profesor universitario y pastor ordenado de la Iglesia Menonita Argentina (1978), actualmente pastorea la iglesia Comunidad Cristiana en Buenos Aires. Director del Equipo Evangelístico “Vida Nueva”. Ex evangelista asociado del Dr. Luis Palau.