por Gregorio Koukl
Concéntrese en lo básico
¿Qué clase de persona se convierte en un «chiflado espiritual»? Para empezar, aquellos que buscan soluciones rápidas.
Pareciera que cada dos o tres años hay una moda que promete una vida cristiana más profunda, más rica o más completa. Si usted ha estado en el ambiente cristiano evangélico por un tiempo, sabe de qué hablo.
En los últimos veinte años de mi vida cristiana he sido testigo de la segunda bendición; de hablar en lenguas; de la estricta sumisión a los líderes de la iglesia; de atar, desatar y reprender a los demonios; de pedir algo y reclamarlo; de la escuela de profetas; de oír la voz de Dios; del evangelismo de poder.
Puede ser que cada cosa subraye un aspecto con méritos bíblicos, pero lo hace en forma desequilibrada, prometiendo ser la cura para todos los males espirituales. Cada cosa fracasa como panacea, como el único secreto que hace funcionar bien la vida cristiana.
Es una costumbre muy del mundo querer una salida fácil, especialmente una solución que no involucre dolor ni esfuerzo. Esta costumbre moderna ha penetrado nuestro cristianismo, donde hay conferencias especiales que prometen curarnos en un fin de semana.
¿Desea usted salud mental? Permita que alguien le imponga las manos y tendrá salud mental de la noche a la mañana. ¿Desea espiritualidad? Tenga una visión, reciba el «bautismo», hable en lenguas.
¿Desea que sus problemas desaparezcan? Simplemente alabe al Señor. ¿Desea ser libre de la tentación y el pecado? Que alguien le eche fuera el demonio. ¿Desea terminar con la molestia de tomar decisiones? Permita que Dios le hable.
En vez de dedicarnos a desarrollar madurez espiritual y a lograr conocimiento bíblico, deseamos una solución rápida. En lugar de desarrollar habilidad y sabiduría, deseamos algo mágico. En lugar de aprender nuestras lecciones, deseamos que el Maestro se siente junto a nosotros durante los exámenes de la vida y nos diga las respuestas al oído.
Usted notará que estas ideas extremas no permanecen por mucho tiempo, y que los efectos de estas modas desaparecen con el tiempo.
La gente a menudo confunde la intensidad emocional de algo con su importancia. Vamos de una gran experiencia a otra, y lo llamamos espiritualidad. Mientras tanto, nuestras vidas están en un estado caótico, y nos preguntamos por qué en un momento Dios parece estar junto a nosotros y al momento siguiente ya no parece estar. El Espíritu se ha ido. La unción nos ha dejado. Y ahora, ¿qué?
En mis años de cristiano he visto que muy pocas personas hayan cambiado significativamente por alguna de estas experiencias intensas y rápidas.
Sí, tenemos tiempos de profunda comprensión y cambios radicales de formas de pensar, y el Espíritu Santo puede provocar cambios dramáticos y significativos. Pero creo que los cambios repentinos en crecimiento son raros, y generalmente no controlamos las circunstancias que conducen a estos cambios. En dichas ocasiones nuestros trucos espirituales no sirven de nada.
No hay atajos. Sin embargo, hay un secreto para la estabilidad duradera y la madurez genuina. Digo «secreto» un poco en broma porque en realidad no es un secreto. Ésta es una de las razones por las cuales este principio generalmente se ignora. El antídoto contra soluciones rápidas es concentrarse en lo básico, en los principios cristianos conocidos desde hace siglos y que han servido un muy buen propósito edificar a cristianos firmes a través del tiempo.
¿Cómo logramos una vida cristiana más profunda, más completa, con más riqueza interior? Siguiendo las disciplinas básicas fundamentales del cristianismo que Dios nos ha dado en la Biblia. Oración. Comunión combinada con responsabilidad ante otros. Estudio bíblico. Meditación y memorización. Práctica de las virtudes cristianas. Obediencia. Arrepentimiento. Adoración. Ayuno.
Éstas son cosas comunes que todo cristiano puede incorporar en su vida diaria.
La práctica continua de estas cosas a lo largo de un tiempo es lo que desarrolla una espiritualidad profunda.
No estoy en desacuerdo con los grandiosos encuentros espirituales que algunas personas tienen con Dios. Eso es muy valioso, y Dios determina cuándo tienen lugar.
Sin embargo, la gente que busca eso, a veces recibe otra clase de experiencia además de la experiencia de Dios. Por otra parte, la experiencia emocional dramática en grado extremo a menudo es un sustituto de un cambio de carácter que sea concreto y genuino.
¿Pero qué de todas esas cosas «avanzadas», de los secretos? Bueno, no hay secretos. En el cristianismo todo es público. Nunca hay necesidad de comprar un libro que afirme: «Éstos son los secretos de la vida cristiana. Esto es lo que nadie sabe».
Cuando uno lo entiende, se abre un nuevo mundo. Uno ya no tiene que ir al próximo seminario ni leer el último libro para descubrir cómo encender la lamparilla cómo comunicarse con Dios en una forma secreta y esotérica que sólo los maestros expertos del cristianismo pueden enseñarle por un precio.
Una de las verdades duras de aceptar en cuanto al crecimiento espiritual es que lleva tiempo y requiere persistencia y continuidad en la aplicación práctica. No es necesario conocer secretos. No es necesario oír una voz especial de Dios ni tener una relación privilegiada con el Espíritu Santo. No hay nada escondido. Es accesible para todos, y se puede encontrar en las páginas de un libro que todos pueden leer. Todo lo que debe conocerse y practicarse como disciplina cristiana, está enseñado claramente en las Escrituras.
Hay veces en que uno puede decir que Dios habla a personas proporcionándoles dirección especial, pero no es típico del caminar diario de un cristiano. Y los que buscan ese tipo de cosa generalmente tienen una vida sin fruto, lo cual no significa que todos se vuelvan apóstatas sino que a menudo se sienten desilusionados y son ineficaces.
De modo que la primera forma de no convertirse en un chiflado espiritual, es concentrarse en lo básico y no buscar soluciones rápidas.
Quédese con las cosas que ya han sido probadas con éxito. No se vaya por tangentes. Generalmente las cosas nuevas son sólo un supuesto atajo hacia un destino al cual se puede llegar por un solo camino: la aplicación simple y persistente de clásicas disciplinas espirituales a través del tiempo, todo esto en el poder del Espíritu Santo.
Simplemente persevere en su vida cristiana. Vemos cambios significativos cuando nos hemos dedicado a ello durante un tiempo largo. En realidad, ése es el tipo de cambio del cual ni siquiera somos conscientes, como ocurre con los niños al crecer unos pocos centímetros a lo largo del año. Es el tipo de cambio que otros notan pero nosotros mismos no necesariamente vemos.
Concéntrese en lo básico y no busque soluciones rápidas. El «secreto» es que no hay secreto alguno, excepto la perseverancia a través del tiempo.
El gusto por lo novedoso
Hay una segunda forma de volverse un chiflado espiritual: ser atraído por la novedad teológica. Quienes se interesan mucho por ideas nuevas, extrañas, fascinantes, llamativas y extremas, pueden volverse chiflados espirituales
Algunos tienen un apetito espiritual por los secretos, por el conocimiento reservado para el grupo íntimo, por la sabiduría escondida. Es algo atractivo. Es cautivante. Si es lo que le sucede a usted, a usted, tenga cuidado pues tiene la tendencia a convertirse en un chiflado espiritual.
La herejía del segundo siglo conocida como gnosticismo, comenzó con un deseo de conocer más detalles acerca del mundo sobrenatural. Cuando la gente empezó a explorar en territorio espiritual buscando cosas de las cuales la Biblia no habla, el mundo espiritual se las proveyó. Recibieron toda clase de información «jugosa», pero esto destruyó la fe de los investigadores y la fe de otros.
La contestación clásica a mi advertencia de ser cuidadoso con las cosas nuevas y llamativas y en su lugar concentrarse en lo tradicional es: «Uno no puede limitar a Dios ni encajonarlo».
Mi respuesta es que nuestra responsabilidad es emitir juicio sobre enseñanzas que no son bíblicas. No podemos dar por sentado que porque un concepto novedoso tiene un aspecto sobrenatural, entonces tiene que provenir de Dios. Somos responsables de juzgar estas cosas a la luz de la Biblia. Debemos evaluarlas con cuidado.
No hay nada malo en esto. En realidad, lo malo es no hacerlo. Es mejor errar por ser demasiado conservador y no ver su vida cristiana saboteada o su testimonio desacreditado por alguna tontería que está de moda.
¿Pero cómo saber si algo es realmente nuevo o novedoso? Primero hay que saber qué es normal. Las personas se pueden volver chifladas espirituales por no conocer qué es normal en el cristianismo.
Esto nos lleva a otro consejo: conocer la verdad, lo cual va junto con el principio enunciado en el primer punto en cuanto a no buscar soluciones rápidas para lograr la madurez espiritual, sino en su lugar seguir adelante perseverando con lo básico. Para concentrarse en lo básico, usted debe conocer lo básico.
El cristiano debe conocer la naturaleza de Dios, la persona de Cristo, la naturaleza del hombre, la obra de la cruz, la naturaleza de la revelación. Casi todos los errores significativos del cristianismo se remiten a un error en uno de estos aspectos.
Desarrolle su conocimiento porque el conocimiento afirma la fe. A menos que usted sepa lo que es teológicamente normal, no podrá saber qué es teológicamente extraño y no podrá evitarlo.
Interiorícese en la historia de la iglesia, en el desarrollo del pensamiento cristiano. ¿Por qué? Porque hace 2000 años que la gente se ha estado volviendo chiflada en el aspecto espiritual. Lo que ha sido registrado por la historia de la iglesia, así lo demuestra. También muestra claramente lo que fue extraño lo que no lo fue, es decir usted verá lo que fue rechazado y lo que fue aceptado, y en la mayoría de los casos las razones para ello. Gran parte de los errores que se cometen hoy, han sido cometidos varias veces en el pasado.
Hay un aspecto básico del movimiento cristiano evangélico actual que es realmente nuevo desde el punto de vista histórico. El individualismo extremo, la paz personal y la prosperidad, y el énfasis en la salud mental y la autoestima, son todos conceptos recientes.
Los cristianos se vuelven chiflados porque tratan de averiguar el momento de la venida de Cristo algo secreto, o porque tratan a Dios como si fuera un empleado cósmico en lugar de ser el Señor del universo. Los cristianos se vuelven como chiflados cuando Dios se convierte en un mago financiero, cuando el auto nuevo es una señal de madurez espiritual.
Todas estas cosas son recientes en la historia, lo cual debe indicarnos que son nuevas y novedosas.
La historia de la iglesia revela que mucho de lo que consideramos ortodoxo, resulta ser una moda.
Mucho de lo que creemos y hablo aquí de asuntos secundarios, no de asuntos primarios realmente refleja tendencias que vienen de nuestra sociedad. No son parte de la esencia del cristianismo. Eso no significa que, necesariamente, las creencias sean falsas algo puede estar de moda y ser cierto pero nos obliga a preguntarnos si lo que creemos es simplemente una moda.
Si usted tiene alguna perspectiva sobre el desarrollo del pensamiento cristiano y ha leído algo sobre la historia de la Iglesia, sabrá que esas modas tienen gran influencia sobre nosotros, y será más capaz de identificar modas y separarlas de la verdad del cristianismo.
Dispuesto a aprender
Desde que me convertí en cristiano algunas de mis convicciones han cambiado. No he cambiado en los aspectos fundamentales de la doctrina, aunque mi entendimiento se ha hecho más preciso en los últimos 20 años. Sin embargo, hay muchas cosas que son parte de una categoría más amplia que yo llamo folclore cristiano, y en lo cual he cambiado mi punto de vista de manera drástica.
El tercer punto que quiero tratar es el siguiente: para no convertirse en un chiflado espiritual, debemos estar dispuestos a aprender.
¿De qué manera uno sigue estando dispuesto a aprender? En primer lugar, tiene que estudiar, y tiene que hacerlo continuamente, toda la vida.
Como cristiano estamos obligados a aprender sobre cosas espirituales. Es mandato de la Escritura. No necesitamos saberlo todo mañana. No es necesario que en los próximos dos años haya aprendido toda la teología que ha de necesitar. Puede ser un estudiante constante y avanzar a su propio ritmo, progresivamente a través de la enseñanza de la Escritura. El hecho de que continuará aprendiendo, lo ayudará a tener un espíritu dispuesto a aprender.
Sea sincero en cuanto a sus limitaciones
No debemos aferrarnos demasiado a nuestras ideas. No estoy sugiriendo que usted cambie de parecer todos los días, o que de la noche a la mañana deje de creer en lo que cree. Sin embargo, lo estoy animando a recordar lo que dijo el gran escritor Chuck Colson: «Los seres humanos tienen una capacidad infinita para engañarse a sí mismos».
No estoy diciendo que nunca podamos saber con absoluta convicción que algo es verdaderamente cierto. Lo que estoy diciendo es que debemos tener una actitud sensata en cuanto a la capacidad que tenemos para ver las cosas de la manera que queremos verlas.
Sea consciente del autoengaño
Nos agrada el status quo; no nos gusta modificar lo que creemos. Hemos invertido algo personal en nuestras creencias. Nuestra tendencia es pasar por alto algunas de las cosas obvias que demostrarían el error de lo que creemos. Seamos conscientes de que podemos engañarnos a nosotros mismos, y estemos dispuestos a examinar con suma atención las cosas que más nos agradan en nuestra teología.
¿Cómo sabemos cuándo cambiar y cuándo no ceder? Deberíamos aferrarnos a las ideas tan tenazmente como lo permita la credibilidad de dichas ideas. ¿Qué significa eso? Hay ciertas cosas que he estudiado de manera profunda. Éstas son las convicciones a que me aferro. He realizado la tarea para justificar la determinación y la tenacidad con que me aferro a esas creencias en particular.
Aun así, en forma regular me hago a mí mismo la siguiente pregunta: “¿Estás equivocado en esto, Gregorio? Tal vez lo estés.” De manera tan sincera y abierta como me sea posible, considero el otro punto de vista. ¿Tiene méritos la idea? ¿Hay error en la lógica? ¿Existe aplicación equivocada de un versículo? ¿Me estoy volviendo ciego a algo que resulta obvio a todos los demás? Debo reconocer que ésa es una posibilidad incluso en las cosas que creo conocer bien.
Pero hay otras cosas en las cuales no he realizado mi tarea de estudio. Por ese motivo, no puedo aferrarme tenazmente a esos puntos de vista. Es bueno aprender a decir: «Podría estar equivocado». Y no sólo en aspectos teológicos sino en todas las relaciones. Cuando usted es parte de una discusión; cuando hay diferencia de opinión con un amigo, con el cónyuge, con un empleado o con un compañero de trabajo, es positivo estar dispuesto a decir y a admitir la posibilidad de que tal vez estemos en un error. ¿Por qué? Porque sabe cuáles son las limitaciones de su propia lógica en determinado tema, y porque reconoce la tendencia humana que tenemos a engañarnos a nosotros mismos.
Para estar dispuesto a aprender, a ser enseñable, necesitamos seguir estudiando, aferrarnos a nuestras convicciones de manera proporcional a la solidez de las ideas y a la investigación y el estudio que pueden apoyar esas convicciones. Debemos estar dispuesto a decir: «Podría estar equivocado, pero éstas son las razones por las que creo en esto. Si estoy en un error, díganme por qué».
En resumen, entonces, ¿cuál es el tipo de persona que podría convertirse en un chiflado espiritual? 1) La gente que está buscando soluciones rápidas en vez de conocer y aplicar las cosas básicas. 2) La gente que se siente atraída hacia lo nóvel ya que demuestra no conocer nada de la historia del pensamiento cristiano. 3) La gente que no es «enseñable», que se ha calcificado y encajonado en una manera de pensar, gente que no cambiará de parecer, que no está dispuesta a considerar la importancia de ser flexible, gente que no puede integrar nueva información o no puede procesarla correctamente. Este tipo de personas son vulnerables y pueden convertirse en marcianos espirituales.
Gregorio Koukl es presidente de Stand to Reason (Ser lógico), una organización dedicada a mostrar que vale la pena pensar en el cristianismo. Tomado de la revista Plain Truth, usado con permiso.